Éxito de la representación teatral El caso de la señora estupenda

Los pasados 24, 26 y 27 de mayo se celebró con gran éxito de público y crítica la representación de la obra de teatro de Miguel Mihura “El Caso de la Señora Estupenda”. La acogida fue tal que el club se vio en la necesidad de ampliar un pase más de los dos que inicialmente estaban programados. Tras cada representación se llevó a cabo un cocktail donde público y actores pudieron compartir un rato.

La representación se llevó a cabo por el grupo de teatro del Club, que, bajo la dirección de nuestro socio Luis Gutierrez, fue capaz de entusiasmar y hacer reír a un nutrido público.

El reparto formado por socios, familiares y amigos del club se volcó en ofrecer una actuación fresca, cercana y en no pocas ocasiones, hilarante, a la altura de una comedia tan reconocida y haciendo las delicias de un público entregado.

GERENTE … … … … … … … … … … Martin Gabarain

VICTORIA… … … … … … … … … … Carmina de Miguel

ALEJANDRO… … … … … … … … …. Jorge Ibañez

MOZO… … … … … … … … … … … Pio Aguirre

CARLOS … … … … … … … … … … Jesús Marcos

SUSANA … … … … … … … … … … Ana Uriz

AGENTE … … … … … … … … … … Josu Agote

JULIA … … … … … … … … … … … Elena Goicoechea

MARIA… … … … … … … … … … … Reyes Laborde

GISELA … … … … … … … … .. . … … Belén Méndez Vigo

COMISARIO… … … … … … … … … … Juan Querejeta

JEFE SUPERIOR DE POLICIA . … … … Luis Gutiérrez

VIOLETA. … … … … … … … … … …… Marisa Gómez Montoya

Transcribimos a continuación una introducción a Miguel Mihura y su obra El caso de la señora estupenda escrita por nuestro socio Luis Gutierrez:

Decir que Mihura es un autor adelantado a su tiempo no es muy original porque lo ha dicho todo el mundo. Pero lo cierto es que es verdad y, además, está avalado por los hechos. Veinte años antes que apareciesen Ionesco y Becket, Mihura había escrito Tres sombreros de copa, una comedia que dormitaba en el fondo de un cajón esperando a algún empresario teatral que se atreviera a estrenarla. Era algo muy distinto de lo que hasta entonces se había escrito. Se trataba de una forma nueva de hacer teatro que usaba un tono extraño y diferente. Años más tarde, se conocería con el nombre de teatro del absurdo, muy en boga durante los años 40, 50 y 60 del pasado siglo. Este tipo de teatro pretendía confundir al espectador con el fin que se replantearse una serie de ideas y conceptos que hasta ese momento había dado por validos. El sistema utilizado, por resumirlo de alguna manera, era conducirle a través de una serie de escenas y situaciones desconcertantes en las que los personajes se comportaban como si lo normal no lo fuese y, por el contrario, lo anormal fuese algo de todos los días.

Tres sombreros de copa fue una obra pionera de este teatro del absurdo y por eso se estreno veinte años después de haber sido escrita. Su acogida fue desigual: gusto mucho a una minoría, pero el espectador medio no estaba para experimentos. Durante todos estos años, Mihura tuvo tiempo para pensárselo y tomó la decisión de escribir un teatro más comercial; algo que fuese mejor acogido y, sobre todo, más entendido por el público. Tarea igualmente complicada, porque, como el alacrán, Mihura no podía dejar de ser lo que era. Su mente estaba llena de ideas nuevas y diferentes y, además, le gustaba expresarlas de un modo insólito, creando lo que se podría llamar el mundo de Mihura. Un mundo que traspasaba la escena y que le hacía seguir siendo un anticipado, escribiese lo que escribiese.

De esta manera surgió El caso de la señora estupenda, la primera obra de Mihura en su “etapa comercial”. Según sus propias palabras, era una obra sin pretensiones, convencional, fácil y con suficientes concesiones para que gustase al público, y tras algunas complicaciones, se estrenó en el teatro Alcázar de Madrid en febrero de 1953. Los que nacimos, más o menos, en torno a esa fecha, fuimos educados en la creencia que las cosas duraban para siempre. Que no cambiaban. La vida, años después, vino a demostrarnos lo contrario. Que las cosas cambian. Y mucho más, las personas. Pocas son las cosas que permanecen igual porque si no cambian, terminan desapareciendo. Y esto es lo que, ya entonces nos decía Mihura a través de los diálogos, aparentemente inocentes, de esta comedia.

Porque de esto va la obra. De cambios. La acción se desarrolla en un imaginario país de la zona de los Balcanes, durante la década de los 40. En plena guerra mundial. Los personajes tienen que enfrentarse a cambios de humor, de actitud y de criterio de los demás, y la mayor parte de las veces desde posiciones mucho menos solidas de lo que les gustaría. Esto lo aprovecha Mihura y lo exagera, colocando al espectador frente al sinsentido de muchas de nuestras propias pretensiones. Todo ello dentro de una atmosfera un tanto naif, marca de la casa, y con la guerra de fondo. El resultado es que nuestros personajes abandonan sus mal

asentadas expectativas y terminan aceptando enfrentarse a su futuro con esperanza. E incluso con alegría… Aunque, ni siquiera el futuro, el de nadie, es ya lo que era.

Y aqui el album de fotos del evento: